miércoles, 20 de octubre de 2010

JUSTICIA HISPANICA

Uno de los tres poderes de Montesquieu, el judicial, sigue anclado en la época en que vivió este señor; entre papiros, códigos decimonónicos, archivos, polvo, papeles enmohecidos, la ciudadanía, resignada ante este tema, sufre los retrasos, los errores y la mecánica kafkiana de la administración más obsoleta del Estado. Esa ciudadanía que debiera exigir a punta de bayoneta a sus políticos la reforma de la justicia para que se sitúe en parámetros del siglo XXI, se lamenta en voz baja de la fragante ineficacia de la administración judicial. Mientras el Poder Judicial, cobijo de animales propios del jurásico que mamaron en métodos antediluvianos, se refugia en refriegas políticas, olvidando sus objetivos. Y los políticos sabiendo la ingente labor que significa poner orden en el tema, transitan por sus cargos en la comodidad de dejar la labor a sus continuadores.
Pero no echemos la culpa a las estructuras conservadoras (en el sentido de mantener las formas de gestión) que dominan la judicatura (no son todos), ni a los políticos pusilánimes y raquíticos que nos gobiernan. La ciudadanía debiera dejar de votar por el AVE, los eventos, los discursos vacuos dónde la culpa la tiene el otro, y exigir al gobernante que acometa una de las acciones más necesarias y más aplazadas de la política española, la adecuación de la administración de justicia a los tiempos.


                                                             

No hay comentarios:

Publicar un comentario